Bebote Alvarez, el terror de Independiente, está detenido. Ocurrió luego de la valiente actitud del entrenador Ariel Holan para denunciar un apriete, una extorsión. La noticia fue centro de las informaciones deportivas de la semana y bien que así fuera. Las recalcitrantes relaciones entre la mayoría de la dirigencia deportiva y la violencia en las canchas y sus alrededores, llevó, hace unos años, a la llamativa e indignante situación que pasamos a describir.

Un presidente joven y nuevo en estos asuntos, Javier Cantero, había logrado a partir de su presidencia en Independiente – 2011-2014- enfrentar por primera vez en la historia a algunos de los responsables del saqueo y las bandas armadas que en la sede, la cancha y los sectores aledaños al club Independiente atormentaban al hincha pacífico y pasional.

Por aquel duelo con Bebote, Cantero llegó a ser reconocido a nivel nacional como el emblema del dirigente que – en tiempos grondonianos- se atrevía a dar una batalla que podía costarle el pellejo (el real y el político)

Por un tiempo Cantero gozó de buena prensa. Recuerdo que en la tapa de la revista Un Caño lo ubicamos como Robison Crusoe en la isla, solito y con la palmera. Y sin Jueves.

Estimulábamos al resto de los dirigentes, con excepción de la dirigencia boquense y el grondonismo a quienes considerábamos y seguimos considerando una clase política perdida, a seguir la misma senda que Cantero y sus jóvenes muchachos/as.-

Hasta que asomó su sangrienta cabeza el resultadismo y su escuela filosófica del ganar-ganar-ganar.

Fue entonces que las malas rachas del equipo rojo, trastocaron la pequeña elevación de conciencia que se había dado en la cabeza de miles de hinchas. Sintéticamente el pensamiento trocó al siguiente: “si perdemos partidos es culpa de Cantero y de su obsesión por sacar a la hinchada barrabrava de la cancha”.

Gran parte de los hinchas y el periodismo comenzaron a minimizar la titánica tarea de Cantero, en algún momento obsecuente con llevar la paz a las tribunas. Pusieron el eje en la tabla de posiciones y no en la tabla de la dignidad. Y empezaron a insultar a Cantero, tal como pretendía la barra. Cantero estaba acorralado. Su intransigencia empezaba a ceder.

Cantero finalmente fue algo así como las golondrinas. Renunció. Su fugaz paso llegó a modelarse en forma de burla por sectores de los hinchas, de los socios y también del periodismo que hasta insinuaba, “se equivocó”.

Hoy, cuando las fotos de Bebote embanderan los principales sitios web de los medios hegemónicos, y muchos en las radios, canales deportivos y noticieros exaltan la buena labor el juez que encarceló a Bebote, las referencias a Cantero son meramente cuasi-estadísticas. El fin de semana pasado, los hinchas del Rojo que aquella vez se equivocaron forzando la renuncia de Cantero o pidiéndole más clemencia con la barra, aplaudieron a Holan al salir a la cancha. Veremos cuánto dura la comprensión sobre de que lado hay que estar en estas cuestiones. Y todo esto ocurre frente a la falta de firmeza de la conducción de Independiente sobre el tema.

Por todo esto, la prensa deportiva le debe mil disculpas a Cantero.

Sobre todo por haberlo olvidado.

Como se olvidan tantas cosas en estos tiempos del país desmemoriado.