¿Cuál ha sido el gran mal del deporte argentino de las últimas décadas? Sin duda, la falta de dirigentes. O para ser más precisos: la ausencia de austeridad y buen manejo en la casi totalidad de las instituciones.

Con el firme sello del verbo dilapidar, la mayoría de quienes conducen los destinos de los clubes argentinos (no nos referimos exclusivamente a los de fútbol) han optado por el derroche y la mala administración.

Una semana atrás, luego de endeudar a la AFA con los despidos de entrenadores y la contratación de Sampaoli, el presidente de la AFA (co-responsable de los infortunios de la dictadura grondoniana) reveló las cifras del pasivo que los clubes mantienen con la AFA. Es decir, la cantidad de plata dulce que desde la deshonrosa lapicera de Grondona, Segura y los diversos Comités Ejecutivo se rifaban a la suerte de quien pedía y pedía.

Así pasamos del slogan “AFA rica, clubes pobres” al increíble final de “AFA pobre, clubes pobres”.

Claudio Tapia asegura que nunca más los clubes seguirán el “viva la pepa” de endeudarse sin que ninguna dirección les reclame la cancelación de las deudas. Según las últimas declaraciones, club que no se ponga al día, no podrá incorporar jugadores. ¿Les suena? Sí, claro que les suena. Es lo mismo que se dijo en los últimos veinte años. Por las dudas Hugo Moyano de Independiente se apresuró en anunciar que desde Avellaneda cancelarán 42 millones de pesos a la AFA. ¿Verdad o propaganda?

El capitalismo del fútbol es así: como no conoce nada de la palabra solidaridad, y sí mucho del individualismo, lo más importante para ellos, los malgastadores, es dar respuesta a la ansiedad del fútbol profesional comprando, importando y festejando en el mercado de pases. Esto es, mercado, mercaderes, mercancías. Veremos en diciembre cuántos de los directivos han regularizado las cuentas.

Por eso nadie les cree. La AFA de hoy ofrece un hermoso plan de pagos. El que cancele sus deudas tendrá recompensa proporcional a los porcentajes de los dólares desembolsados. Porque además, en esta megadolarización de la economía argentina, ahora resulta que las sumas de las deudas en pesos serán inmediatamente traspasadas a verdes de los Estados Unidos. Eso anunció Chiqui Tapia.

La prensa mientras tanto deja pasar estas noticias y otras más, como si nada.

Algunos medios andan entretenidos en dedicarle sus títulos principales a un acto criminal al que algunos pretenden llamar deporte. La reciente victoria del señor Santiago Ponzinibbio, practicante de una cuestión que llaman UFC y que consiste en darle patadas y golpes a un rival hasta ponerlo al borde de la muerte (ver diario Olé del domingo 16 de julio) mereció unos cuantos titulares en las páginas deportivas.

Nuestros cronistas y redactores especialistas en el mundo del deporte han ignorado en cambio el detalle de los números de los clubes. Allá ellos. Creen que hablar durante el receso de transferencias, adquisiciones y cláusulas económicas de los futbolistas es divertido y forma parte de un sesudo afán por conseguir primicias. Tontos ellos. Y pobre de ellos.

Si supieran que podrían empezar a llamarse periodistas el día que marquen educación y recomendaciones, pero sobre todo información detallada, a los socios y a los hinchas, para que en vez de pensar en el refuerzo de moda, los fanáticos (moderados y de los otros) se preocupen en conocer cuánto bien le harían a los clubes, al deporte y a los jóvenes, si alguien se ocupara de seguir el destino del dinero de los clubes para que de una vez por todas empiece a volcarse al fomento del buen deporte.