La lucha por la independencia comunicacional sufrió una derrota más este fin de semana cuando miles de periodistas deportivos que colman el país dedicaron montañas de horas de sus vidas frente al micrófono y la pantalla a la final de la Champions League.

Se ve que para hablar de Real Madrid-Juventus o de las andanzas europeas tenemos labia de sobra. Y sanata, que ni les cuento.

Algo así como la adoración a un supuesto Primer Mundo que, al mismo tiempo que derrama su desbordante capacidad para montar luces y espectáculos resplandecientes, se desangra entre muertos y crímenes, entre bombardeos y saqueos a los países pobres.

Es más fácil conocer la vida y las intimidades de un futbolista que juega en Europa que las glorias y los dramas de los deportistas locales. Es la macdonalización del deporte. Como tantas otras que vivimos, y no desde el macrismo en el poder, sino desde mucho antes. Ocurre que hoy todo se agrava.

¿Cuánto realmente le importa al pueblo futbolero argentino una final de Champions? ¿Es para darle el espacio que se le brindó en las enormes marquesinas de nuestras ciudades?

El desprecio hacia lo nuestro es la contracara de semejante despliegue sin sentido. Y a veces lo reflejan comentarios como los de Mariano Closs durante la transmisión de FOX cuando a los 20 minutos de la final comenzó a quejarse del arbitraje y de los errores del alemán Félix Brych diciendo que si arbitraban así de mal estaban a la altura de los arbitrajes sudamericanos. Una de las tantas fórmulas de menosprecio a lo propio que tienen gran parte de los periodistas que suponen dos barbarismos: que en Europa se juega y dirige mejor que en Latinoamérica y que la organización de los europeos es perfecta.

Estas dos frases hechas se dejan llevar por la ignorancia acerca de lo que ocurre en nuestra tierras; porque aquí podemos criticar pilas de impurezas e ilícitos de sus dirigentes, pero ¿qué hay de Europa y sus corruptos? ¿y sus muertes en los estadios? ¿y sus violentos y asesinos en las afueras de los estadios? ¿y su UEFA salpicada de escándalos y partidos arreglados?

Nos ocurre algo muy parecido cuando hablamos de jugadores. Más de 120 jugadores latinoamericanos poblaron los equipos europeos en la Champions: argentinos, brasileros, colombianos, uruguayos, mexicanos, costarricenses…sin embargo, de aquello que se habla es de lo bien que se juega en Europa.
O de técnicos. Mientras elogiamos a Zidane cual si fuese un Dios del banco, menospreciamos a nuestros técnicos, los que luego partirán para el continente que aún pretende recolonizarlos: allá donde están Diego Simeone al frente del Atlético Madrid, equipo que trepó bien alto nuevamente, Eduardo Berizzo con Celta en la semifinal de la Liga Europa, Mauricio Pellegrino (45 años) con Alavés en la final de la Copa del Rey, Mauricio Pochettino sigue en Inglaterra y a los 45 años está al frente del Tottenham Hotspurs y Bielsa, ya con 61 años, dirigirá desde agosto al Lille, de la Ligue 1 de Francia.

Mientras tanto, cada vez se nos informa menos de nuestro fútbol de las provincias, del ascenso, de las Ligas del mal llamado Interior. Con las miles de historias que hay para contar.

Si esto le suena demasiado regionalista o patriotero, sepa usted que no se trata de eso. Ocurre que de pronto, con tantos desamparos informativos de nuestro deporte, de nuestro fútbol, uno cada tanto vislumbra la ingenua posibilidad de que esta nota sirva para que hablemos más de torneos y de campeonatos locales que de tanta Champions y Champions.