Son quince días para darnos cuenta qué periodismo tenemos. Y vale tanto para quienes ejercen el periodismo “general” como el periodismo deportivo en particular. Estos son tiempos en que ningún periodista elude hablar o escribir sobre el tema de las huelgas.

Huelga de docentes, huelga de futbolistas, huelga de médicos, huelga, huelga.

Vayamos a la más cercana a esta columna. El movimiento de los futbolistas en reclamos para cobrar salarios atrasados, frenar el descontrol dirigencial en el fútbol y resolver la situación en declive de varios clubes.

Algo parecido al desastre en materia educativa que se desató desde que se hizo cargo el gobierno de Macri.

Escuchamos esta semana a diversos periodistas deportivos argumentando cuestiones como “si hacen paro los jugadores, que hagan paro total y tampoco vayan a entrenar ni jugar amistosos” (dicho en radio Rivadavia el viernes 3 de marzo), o “¿por qué a los jugadores no se les paga con el dinero que tiene Agremiados en sus fondos” (pregunta de Martín Liberman al secretario general de Futbolistas Agremiados).

Desconocimiento del Estatuto del Futbolista, desconocimiento de cómo se resuelven las huelgas, desconocimiento de cuáles son los mecanismos de la Conciliación Obligatoria, desconocimiento de la historia de las luchas sindicales de los futbolistas y del “carnereo” de los dirigentes que trataron de colocar juveniles a romper las huelgas como en 1975.

El sábado se hablaba de clubes que pondrían a los juveniles, cuando se sabía que era un hecho imposible: no había ni tiempo para revisaciones médicas indispensables, ni Reglamento de AFA que lo permitiera. Y además en lo profundo de los planteles se sabía que los juveniles no estaban dispuestos a “romper la huelga” cual traidores.
Pero por sobre todas las cosas, un sofocante repetir de preguntas en las mesas televisivas y radiales sobre “habrá o no fútbol la semana que viene” sin que a nadie le interese averiguar qué ocurría en la base de los planteles y en la base de los clubes.

Si el periodismo argentino hubiese sostenido la especialización en temas gremiales (la mayoría de los medios destrozó las secciones sindicales en los medios de comunicación y ya casi no hay periodistas acreditados en los gremios, la CGT o el Ministerio de Trabajo) otra sería la historia de nuestra prensa y sus papelones minuto a minuto. Al menos tendríamos información de primera mano.

El periodismo perdió la vieja y buena costumbre de recorrer los lugares de trabajo o los sindicatos para ver qué pasa con los trabajadores.

Semejante ausencia se da en la vida cotidiana de millones de puestos de trabajo y se da obviamente en los clubes de la Argentina.

Los futbolistas, como los docentes, reclaman recomposición salarial y pago de sueldos adeudados, desde 2016. Como tantos otros gremios reclaman paritarias llamadas con tiempo para discutir. No cuando faltan 10 minutos para empezar los torneos o empezar las clases.

Ya aparecerán los cráneos del periodismo deportivo a decir que si la huelga continúa “¿quién piensa en el hincha?”, como dicen otros sobre la huelga docente al insolentarse con la frase hueca de “¿quién piensa en los chicos?”

La pregunta correcta, crítica y cuestionadora, es aquella que tiene que dirigirse a los responsables de la destrucción del poder adquisitivo de los trabajadores y de miles de puestos de trabajo.

Desde la Casa Rosada y desde la Casa de la calle Viamonte el objetivo es el mismo: que la variable de ajuste sean los laburantes, sus derechos y sus empleos.

La respuesta como siempre, vendrá desde las calles, las fábricas y las vacías canchas de fútbol.

Aunque la mayoría de los periodistas siempre esté en Babia o apoyando a las minorías que se llenaron los bolsillos.