Opina Deporte

Las recientes muestras de desprecio hacia un par de periodistas, por parte de los organizadores del premio Balón de Oro en Francia y por parte de un sector de hinchas de Boca en el otro, no hicieron otra cosa que exponer el novedoso derecho de los pueblos a expresarse en contra (o a favor) del llamado “cuarto poder”. Es decir, contra nosotros. Es decir, las y los periodistas.

El crimen del juvenil Lucas González de Barracas, cometido por un grupo de policías de la Ciudad de Buenos Aires, no sólo desenmascaró una vez más la política de gatillo fácil que alientan dirigentes políticos de la derecha, sino que demostró cuán liviana e incapaz es la respuesta sindical del fútbol argentino.

En una reciente nota de Maximiliano Uria en el suplemento deportivo de Clarín, Carlos Marinelli, el ex jugador de Club Parque, Argentinos, Boca y Middlesbrough, dejó una serie de reflexiones acerca del mundo futbolero de estos tiempos. Una palabra, rara vez usada, y en boca de un protagonista dispara esta columna. Marinelli habló de divismo. Divismo en el ambiente del fútbol.

Esto de escribir antes de que sucedan los acontecimientos, y sin ánimo alguno de acertar o no acertar, es de lo más bello que tiene el periodismo.

La actitud de no visualizar los triunfos del feminismo arrastra de tal manera a los negacionistas (con insoportable mayoría masculina)  que cuando llega el momento de hablar de nuestra profesión se limitan al macho designio de hablar de periodistas hombres, y punto.

¿Una serie es periodismo? De ninguna manera. Por eso los desaforados críticos y comentaristas que andan por ahí reclamando precisiones y verdades en una serie (las mismas precisiones y verdades que ocultan durante sus vidas de escribas) han perdido nuevamente la cabeza.

El solo hecho de ver un documental de investigación deportiva ya es un acontecimiento en la Argentina. Casi, casi…un hecho histórico.

Tres estupideces caracterizan al periodismo en el mundo. La difusión de noticias falsas por imbecilidad de cronistas que no chequean, la difusión de noticias que no le interesan a nadie, la manía de autodenominarse independiente.

Pobre Sebastián Vignolo. A los 46 años, el relator de ESPN aún no sabe de qué se trata la vida de una docente. La vida de un docente.

Dos FIFA hay en la vida. Una ampulosa, evasora, ambiciosa y colmada de gente mala en buen parte de su dirigencia. En general, cada tanto, se los ve pisar suelo suizo.