Opina Deporte

Gracias a la variedad de recursos que los y las periodistas de Tiempo Argentino despliegan semanalmente, uno puede acercarse a materiales distintos sobre la vida deportiva que otros medios desconocen. Fue por el colega Andrés Burgo y una entrevista a Marcelo Gantman (periodista especializado en tecnología y datos relacionados con el negocio del deporte) que supimos de un libro recomendable para armar polémicas.

¿Cuánto tiempo puede dedicársele a un pésimo partido como el superclásico del último domingo? 

Nunca en la Argentina escuchamos durante tantos días mencionar la palabra odio. Menudo tema que nos envuelve como sociedad y como humanidad y que ha tenido y tiene en el deporte otro de sus canales de expresión.

Mientras en estos momentos hordas de niñes y estudiantes se abalanzan sobre los kioskos del país levantando un grito-súplica “¿le quedó un sobre de figuritas del Mundial?”, en la empresa Panini se frotan las manos con las mega ganancias que en todo el mundo desata la fiebre por completar el álbum de Qatar 2022.

Quemar autos de jugadores del club como protesta por una mala campaña no es un asunto para atender livianamente.

La moderada alegría que recorrió la redacción de Olé por un premio recibido, se codeó con la serie de asambleas de las y los trabajadores de Clarín-Olé que reclaman mejoras salariales en el marco de un tiempo de extremada miserabilidad por parte de las patronales de prensa.

Repasemos: mentir, exagerar, sanatear, extorsionar, falsear, agredir.

Pocos años atrás un debate cruzó a la prensa argentina. Fue al calor de una de las leyes más democráticas de las que tengamos memoria, la ley de medios.

¿Se acuerdan del último Mundial de Fútbol Femenino de Francia? Fue allá por 2019. Un furor recorrió el mundo deportivo y millones de espectadores descubrieron la belleza de un juego que nos aparecía como lejano, ajeno, exótico…por culpa del periodismo.

Hace muchos años, en los podridos años 90 del menemismo, un libro sacudió conciencias en la mayoría del periodismo argentino. Horacio Verbistky escribió en el prólogo de  su libro “Un mundo sin periodistas”, la siguiente frase: “periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa”.