El objetivo de esta columna es recomendarles una película, que no se estrenó en cines en Argentina, pero que fue la que más rápido llegó a una cifra determinada de recaudación en su primer fin de semana en su país de origen. Y cuyo director hoy está terminando un mega tanque en Hollywood de super héroes. Y con un actor protagónico que participó de una de las películas más recaudadoras de todos los tiempos, y que tuvo varias secuelas, y que va por más. En este punto, quienes están mínimamente en tema saben a qué películas, a qué director y a qué actor me refiero.

La película es Hunt for the Wilderpeople, neozelandeza, un gran éxito en su país, dirigida por Taika Waititi y con Sam Neill (Jurassic Park) como uno de sus protagonistas. Hoy Waititi dirige Thor: Ragnarök, que se anuncia para noviembre. Por supuesto, esa película va a ser masiva, globalmente masiva. Pero que Waititi dirija una Thor no hace -no hizo- que Hunt for the Wilderpeople se estrenara en cines, ni en Argentina ni en muchos otros países. Tampoco ayudó que el protagonista haya sido el de Jurassic Park, ni que haya tenido mucho público en Nueva Zelanda (la más exitosa del cine de ese país). Eso no hace funcionar una película afuera (bueno, sí en Australia, pero no mucho más lejos).

Si prestamos atención real a las energías comerciales del cine, veremos que incluso la noción de star system explica y atrae cada vez menos. Los actores y actrices que llevan público por su mera presencia son cada vez menos en casi cualquier cinematografía. Y no se trata de que Neill haya sido estrella de películas globalmente taquilleras hace décadas; incluso los actores más de moda hoy son menos relevantes para la venta que las marcas que hay detrás: es Alien y no Michael Fassbender el gran valor de venta de Alien: Covenant. Otra de las líneas de producción de Marvel y los super héroes, Capitán América, no ha logrado que Chris Evans sea sinónimo de estreno asegurado, y así fue que no tuvimos lanzamiento en salas de la imperdible Snowpiercer de Bong Joon ho, cineasta que hoy vuelve a competir en Cannes y que tiene distribución asegurada en todos los continentes -en las pantallas hogareñas- porque es producción de Netflix.

Bong se hace streaming global para llegar a 190 países. Con The Host -tremendo éxito en Corea del Sur- logró estrenar comercialmente en Argentina y fracasó. Mediante la oferta del VOD para Ojka Bong podrá llegar al público que lo reconoce, que es una minoría en cada país fuera de Corea del Sur (y “permanecer en cartel”). Y volvemos a que los que podían saber de qué película se trataba con el primer párrafo de esta nota son los que están enterados del cine, de nombres, los que leen notas sobre el tema, los iniciados. Ese público, que puede conectar Hunt for the Wilderpeople con la nueva Thor (y con What We Do in the Shadows) es un sector minoritario, mucho más pequeño proporcionalmente hoy que en cualquier década entre los 60 y los 90 del siglo pasado, en donde se seguían más carreras de directores, actores, y hasta cinematografías. Hoy en día Hunt for the Wilderpeople es importante como carta de presentación para Waititi en Hollywood y como gran éxito en su propio país, pero no para que sea una de las películas que “hay que ver” en Argentina (lo es, por cierto). Se nos está perdiendo algo (o mucho), más allá de nosotros, los cinéfilos y/o los que estamos relacionados con las películas y con la información sobre ellas. Se nos está perdiendo el público, la mejor y mayor llegada del público a estas películas. Pasaba hace diez años con una película como Son of Rambow, que tardó mucho en no estrenarse y finalmente aparecer en DVD. Pasa hoy con Hunt for the Wilderpeople y muchas otras. Hay cada vez más para ver, en mejores condiciones y con mayor rapidez, en los hogares. Y en lugar de un acceso cada vez mayor a una riquísima diversidad, lo que se experimenta, y se confirma y se acrecienta, es un orden marcado, en las salas de cine, por lanzamientos globales con publicidad en modo invasión. Fuera de las salas, con televisores de cada vez mayor definición que no siempre es aprovechada, el ritmo lo marca la serie de moda (o las series de modas). Generalizando, el consumo se hace poco exploratorio y pesa cada vez más la necesidad de participar del comentario sobre lo visto (y lo visto con ansiedad, ya) en las redes, en el trabajo, etc. Para decirlo sin matices: en un momento en el que hay mucho para ver, todos ven lo mismo. Sí, claro que hay minorías que aprovechan la diversidad, pero mucho me temo que si no se recupera la conexión entre la variedad de la oferta y una porción mayor del público, pasaremos a un cine cada vez menos variado. Y la cinefilia se convertirá en una secta aún más pequeña y esotérica. O, mejor dicho, son las películas de potencial masivo (o medio) como la encantadora Hunt for the Wilderpeople las que se están volviendo esotéricas, rarezas fuera de su lugar de origen, meros ítems de un CV de los nuevos -y en ocasiones muy talentosos- comandantes de los tanques.