Cuando se estrenaron las Batman de Tim Burton a nadie parecía importarle demasiado -bueno, seguro que sí a los productores- que el encapuchado interpretado por Michael Keaton fuera un personaje de DC; nadie mencionaba eso, o yo no me acuerdo. Hoy en día, ante cada película de superhéroes, se suceden las conversaciones de que si el universo Marvel esto, que si DC no puede con lo otro, que a ver cuando agregan a tal personaje, que el crossover de aquello podría ser mejor o peor. Confieso que aprendí a leer antes de ir al colegio primario, y que lo hice con historietas: la trinidad Andanzas de Patoruzú, Correrías de Patoruzito y Locuras de Isidoro. Pero no leía, con cuatro o cinco años, cómics de Batman o Superman o Capitán América. Más grande, como a los seis o siete, tampoco, más bien me gustaba Condorito, y cosas que salían en Anteojito o Billiken. Y después Mafalda, e Inodoro Pereyra, y Snoopy (Peanuts). Y otras cosas después, pero nunca me tentaron los superhéroes en papel. Me gustan Maus, Ghost World, Calvin & Hobbes, Manara, pero no superhéroes. Nunca pude. Sin embargo, veo casi todas las películas de superhéroes que abundan e inundan desde hace tiempo.

Celebro que haya gente con el conocimiento específico sobre los cómics, pero no me cuento entre ellos. Veo las películas con ojos distintos, más ignorantes en ese aspecto. Así, puedo decir que dos de las mejores de superhéroes que se hicieron en varios lustros son Iron Man 3 y la última de los X-Men, la de este año (la primera de Los Vengadores se me desdibujó con el tiempo). Me fijo en otros aspectos -espero- y menos en que si DC o Marvel tal o cual cosa. Y así llegamos a que vi Doctor Strange en la privada de hace un par de semanas, y me sorprendió que no todo el mundo estuviera moderadamente entusiasmado. En lugar de entusiasmo leve, lo que dominaba en aquellos con los que hablé era algo así como una sensación -con tintes graves- de cansancio ante otra película de Marvel que explica al héroe, su surgimiento, etc, y que fuera ostentosamente la primera de una serie.

Notaba eso yo también, pero me importaba poco, tal vez porque cuando aparezca la dos ni me voy a preocupar de refrescar la uno, ni de hacer el cruce con no sé qué otra. El aspecto más serial de ciertas zonas del cine actual me deja frío, como me pasa con el mundo de las series. Quiero ver películas, que tengan sentido en sí mismas. Más allá de algunas cuestiones generales -como saber que Rocky no le ganó a Apollo en la 1 para ver la 2 con mayor expectativa- otros detalles me parecen menos relevantes, o directamente irrelevantes. Y si son relevantes, te acepto un flashback para que me los recuerdes, ¡pero no me hagas revisar la dos para ver la tres cinco años después!

Vuelvo a Doctor Strange. Me divertí bastante en mi inconsciencia de relaciones entre personajes y orden jerárquico, sin saber a cuál había que respetar más o menos y a cuál había que seguirlo con atención porque después muta para otro lado: básicamente, la película cuenta con orden y ritmo sostenido -y sin ponerse frenética- el proceso de conversión de este señor egotista en superhéroe. Lo hace con fluidez, y no es tímida a la hora de meterse en un mundo esotérico, espiritual, chamánico, o lo que sea. Ciencia occidental versus sabiduría oriental ancestral, etc, contado con una claridad notable para el movimiento, con abundancia de humor y con los ojos de Rachel McAdams, que son ideales para películas en la que hay que explicar amor en pocos segundos. No sé qué más quieren. Y si quieren más, ahí tienen ese batido de un montón de cosas -incluido western y screwball comedy- llamado Iron Man 3, de uno de los directores fundamentales del Hollywood actual (Shane Black), o la última de los X-Men de Bryan Singer, otro de ellos. Sí, podría chequear en la Internet en pocos segundos cómo es que se llama la última de los X-Men, y también leer una lista de los personajes de DC y de los de Marvel y aprenderla de memoria (bueno, esto último no creo que pueda hacerlo). Pero les ofrezco esta mirada más interesada en el cine que en las historietas, o cómics, o novelas gráficas, en esta nota que no chequeó ni uno solo de los datos o los nombres en la web. Sí, impresionismo crítico, como pasa casi siempre. Y, en ese sentido, como Mads Mikkelsen es un actor que no me resulta simpático, me gustó que hiciera de villano.