Lunes. Cuando era joven Alban Berg caminaba por los jardines de Viena y después volvía a su casa y escribía hermosas canciones de lejana desesperación con escenarios bucólicos. Eine Frau, die spielt und singt/ Lieder andrer Tage.

Martes. Mercedes de la Torre me recomienda Astrología Esotérica de José López Rega. Se lo puede descargar de Lopezrega.net. Se lo presenta con este párrafo: “Publicado en 1962 por la editorial Rosa de Libres. Aquí se encuentran las instrucciones astrológicas con las que López Rega se convirtió en el asesor inseparable de Isabel Martínez de Perón.” Busco el libro en MercadoLibre. La edición original cotiza en cuatro mil pesos. Firmado, cinco mil.

Martes, más tarde. Sigo con mucho interés las publicaciones de Marcos Apolo Benítez por Facebook. Lo que ofrece es un psicoanálisis sin ingenuidad que se desliza con mucha solvencia y lucidez por los nudos de nuestra coyuntura. ¿Columnas de opinión sin ataduras periodísticas? Mejor sería decir teoría hecha desde la época con las herramientas de la época. Luego se me ocurre que Lacan no era un escritor. ¿Una obviedad? No dependía de su escritura. Pero su voz, potente, sofisticada, nos llega en esa otra escritura que son los seminarios. Aunque uno puede pensar ¿ese es Lacan? ¿Qué es Lacan? Supongo que no importa. Pero tener un Sócrates en el corazón teórico del siglo XX ya debería advertirnos sobre el funcionamiento al menos sospechoso de nuestras bibliotecas. “Música porque sí, música vana / como la vana música del grillo”

Miércoles. Fui a buscar a mi hija al colegio y cuando volvíamos caminando me preguntó qué deseos pediría si pudiese pedir tres deseos. Dudé. Hablamos de dinero, de viajes, de comprar islas y casas, y edificios y después le dije que me gustaría saber hablar muy bien el alemán. “¿Solo el alemán?” preguntó ella. Agregué el chino a la lista. ¿Por qué no? Ella eligió el italiano, el latín y el inglés. Me sorprendió. Muy Shakespeare, pensé. Más tarde, entrevisté al poeta trotskista Vladimir Jatus Castelli un rato antes de que participara en la movilización por los despidos en Pepsico. Fui hasta el obelisco y nos sentamos en un café en Diagonal Norte donde me habló sobre el FIT, el peronismo y la poesía. Fue media hora de charla y me dejó porque se iba a encontrar con sus compañeros de un colectivo de poetas de La Plata. Tiene mi edad pero parece más joven. Lo envidié.

Miércoles, más tarde. Las redes sociales me recuerdan que hace diez años moría Roberto Fontanarrosa. En su momento escribí una necrológica. Pero más me importó la muerte de George Tabori. Recién puse en Twitter que Roberto Fontanarrosa y César Aira me resultan escritores muy parecidos.

Jueves. Guerber en Twitter: “Motivadora sesión con la psicoanalista. Tema: el morbo, la sangre, la carne triturada y los cuchillazos en los ojos de los presos de Manaus.” Le comenté que entonces había estado hablando de sexo. “El gran tema al que van a encallar todos los barcos” me responde.

Jueves, más tarde. Busco paisajes marcianos en Google.

Viernes. La única novela que se diferencia de todas las novelas, propias y ajenas, es la que al escribirla cambia nuestra identidad, nos afecta, en un punto, nos destruye. La novela donde se cuenta eso que no se puede contar pero no de la sociedad, sino de uno mismo. Y lo peor es que esa destrucción de la que se nutre la novela, esos secretos, no le importan a nadie.