Lunes. Pablo, predicando, anticipando el psicoanálisis freudiano, demostrando que conocía mucho el alma humana: “Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.”

Martes. Internet primero y luego las redes sociales, con más fuerza, pusieron en duda el concepto de “prestigio” sin el cual es muy difícil estratificar el conocimiento. Desnudaron que a veces “prestigio” significaba poder o dinero, que al final se terminana pareciendo. ¿El precio de la verdad a veces muy alto? Como fuera, vivo mi época. Ya no es posible volver atrás. Hoy dependemos demasiado de nuestra adicción a la electricidad.

Miércoles. Me reincorporo al trabajo. ¿El verano, la estación de la lectura? No sé. Compro los dos últimos números de la revista Siwa, uno dedicado a las islas y el otro dedicado a los vientos. La bajada de la revista es “Biblioteca universal de literatura geográfica.”

Jueves. Intenté empezar Los subterráneos de Kerouac. No sé por qué. El prólogo de Henry Miller me pareció muy malo y lo abandoné. Elogiar es un arte muy complejo. Me gusta una frase del final: “Creedme; no hay nada limpio, nada saludable, nada prometedor en esta época de prodigios; nada, excepto seguir contando lo que pasa.” De hecho, fuera de sus contexto hay algunas frases que pueden ser interesantes. El problema es cuando Miller usa las palabras “Kerouac”, o “beat”, o “Generación beat.” Sobre eso no tiene mucho que decir.

Viernes. Me resfrio y no puedo leer. Copio una cita del libro de Billy Bond de cuando grabó con La pesada, la Marcha de San Lorenzo: “Nos decían… Están todos locos. En esa época era… No sé. Era un suicidio… Y bueno, bien, era para eso que estábamos.” ¿Demasiado romántico? Me sorprendió, aunque no tanto, el dato de que Billy Bond era italiano.