(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) El comando electoral de Cambiemos permanece en estado de alerta por el resultado incierto de las elecciones que vienen. Hay, en realidad, tres posturas bien diferenciadas sobre lo que creen que puede suceder. Una, la más pesimista, sugiere que si las cosas siguen así, Cristina Fernández puede ganar y 1País de Sergio Massa y Margarita Stolbizer quedaría cabeza a cabeza con los candidatos Esteban Bullrich y Gladys González.

Los que hoy piensan exactamente eso son el ala política y menos apegada a las encuestas cualitativas y de intención de voto. Ellos consideran que Unidad Ciudadana puede subir el techo de su núcleo duro si la expresidenta se sigue mostrando como alguien más racional y educada de lo que suele ser. Destacan el reciente pedido de Cristina a una agrupación sindical que le responde para que no impulsen actos o amenacen con medidas de fuerza. "Inflamos demasiado al cristinismo con declaraciones y denuncias. A la marioneta que armamos para la polarización ya no la controlamos", me dijo un alto funcionario que pidió expresa reserva de su identidad.

La segunda postura, menos dramática y, aparentemente, más realista, sostiene que Cambiemos y el nuevo partido de Cristina Fernández van a llegar a las PASO como protagonistas de un empate técnico. Y que entonces, luego, en octubre, muchos votos de 1País van a ir a parar a Cambiemos, ante el temor de que el pasado regrese con más fuerza y más amenazante que nunca.

En esa línea argumentan algunos intendentes de Cambiemos, a mitad de camino entre el ala política y lo que piensa y dice Jaime Durán Barba. El asesor ecuatoriano confía en que Bullrich le sacará unos cuántos puntos de ventaja a la ex jefa de Estado, y que Massa no pasará de los 20 puntos. Su gran argumento es que la campaña todavía no empezó, y que, a medida que Bullrich y el propio Florencio Randazzo acumulen más porcentaje de conocimiento, tanto Unidad Ciudadana como 1País van a empezar a perder votos a costa de los dos primeros.

En este contexto, el más moderado de todos es el jefe de gabinete, Marcos Peña, preocupado porque la militancia PRO no caiga en algo parecido al triunfalismo o al exceso de confianza. Sin embargo, el más optimista es el Presidente, quien sostiene que Cambiemos va a ganar por unos cuántos puntos, y que la derrota de Cristina implicará el fin de una era política, y el principio de una nueva, más ordenada y mejor. Durán supone, por otra parte, que ganará de verdad quien logre imponer el eje de la discusión en campaña. Esto es: futuro posible contra pasado desastroso. Y presentado de la siguiente manera: si hasta acá nos votaron a nosotros porque consideraron que éramos los únicos capaces de terminar con la soberbia, el autoritarismo y la mentira de ayer ¿por qué razón nos quitarían la confianza justo a mitad de camino?. Una razón, muy atendible, es que la economía no crece como se esperaba, y todos los indicadores sociales, como la ocupación o el poder adquisitivo del salario están muy lejos de satisfacer las promesas de campaña. La otra es que cada error no forzado, desde las pensiones graciables hasta la carencia de medicamentos, pueden ser interpretados como bombas de tiempo contra el votante que en las últimas elecciones presidenciales eligió a Macri y a la gobernadora María Eugenia Vidal pensando que iban a estar, aunque más no sea, un poco mejor.

La estrategia electoral de Cambiemos para los días que vienen es: no mencionar a Cristina para quitarle centralidad; pegarle a Massa donde más le duele, es decir, su falta de confiabilidad, y presentar tanto a Bullrich como a González como parte de un equipo comandado por Macri y Vidal. Tampoco descartan, aunque jamás lo van a admitir en público, una ayuda directa o indirecta para Randazzo, el único que le podría quitar votos a Unidad Ciudadana e incluso, también, a Massa.

Tanto Peña como Durán Barba confían ciegamente en los números, las tendencias y los estados de ánimo. Ahora mismo celebran que, una vez más, el llamado círculo rojo parezca subestimar su trabajo. Consideran que siempre es mejor llegar a la fecha de la elección con la sensación de que los números están más parejos que lo que pueda suceder en realidad. De cualquier manera, el ala política piensa casi tanto en las PASO y la competencia de octubre como en el futuro inmediato del gobierno y el país.

Sus integrantes preferirían ganar, por mucho, para que Cristina, al otro día, no vuelva a presentarse como la jefa de la oposición, futura candidata a Presidenta, y personaje central de la política para los próximos dos años. "No podemos pasarnos un mandato presidencial completo discutiendo sobre el populismo y lo que viene, porque esto es como haber perdido casi una generación entera dando vueltas en círculos y sin hacer las reformas estructurales que la Argentina necesita", me dijo un hombre de Cambiemos que también es Pro pero que tiene el corazón peronista.