(Columna publicada en Diario La Nación) El Presidente parece condenado a vivir en estado de alerta permanente: a la crisis derivada del litigio con el Correo debería incorporar la posibilidad cierta de una derrota electoral en la provincia de Buenos Aires. Y no sería una noticia sin consecuencias. Porque repercutiría en su margen de maniobra para gobernar.

Las encuestas que manejan legisladores de Cambiemos indican que, si las elecciones fueran hoy, el Frente para la Victoria, con Cristina Fernández como candidata, obtendría el 32% de los votos; Cambiemos, el 30%, y Sergio Massa, con Margarita Stolbizer, el 22%. Los expertos agregan datos jugosos. Por ejemplo, que el 32% del FPV es su piso, pero también su techo. Que hace seis meses Massa estaba primero, con el 34%. Y que Cambiemos no tiene más plafón para cometer errores. Porque a los 9 puntos de imagen positiva que habría perdido el Presidente la semana última hay que sumar el descontento por el aumento de las tarifas, las prepagas, el peaje y la constatación de que "la plata no alcanza", lo que se traduce en impotencia y decepción. Los sentimientos previos al cambio de voto.

Macri empezó a comprender que si pierde en el principal distrito del país, la oposición podría reclamar la presidencia de la Cámara de Diputados. Y que de ahí a la percepción de turbulencias en la gobernabilidad habría sólo un pequeño paso. El Presidente también entendió que sería insuficiente ganar a nivel nacional si se perdiera en la provincia que gobierna María Eugenia Vidal. Sucedería, pero al revés, lo que les pasó a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández cuando Francisco de Narváez superó, en las legislativas de 2009, a los candidatos del gobierno de entonces. Para colmo, la semana pasada Massa transmitió: "Alguien debería decirles al Presidente y a sus muchachos que dejen de atacarme tanto. Porque si yo no me presento, Cristina y (Daniel) Scioli, de manera automática, pasan a ganar las elecciones con el 40% de los votos, y con cerca de 10 puntos de diferencia sobre Cambiemos".

La coalición oficial está perdiendo en la primera y la tercera sección electoral. Entre las dos suman 9 millones de votos. La tercera incluye localidades como Quilmes, Lanús, Avellaneda, La Matanza, Berazategui, Almirante Brown, Ezeiza y Lomas de Zamora. Y en la primera se encuentran las intendencias de San Martín, Tigre, Escobar, Malvinas Argentinas, General Rodríguez, San Miguel, Moreno y Merlo, entre otras.

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Cambiemos también tendría problemas en la segunda ciudad de la provincia, Mar del Plata, donde el intendente Carlos Arroyo presenta un alto porcentaje de imagen negativa. La mesa chica de Macri analiza involucrar al Presidente y a la gobernadora en la campaña, que serían los mejores candidatos para la "pelea trascendental". Parece que Jaime Durán Barba insiste en los "jóvenes sin pasado" como Gladys González, ex interventora del SOMU, a cargo de la Acumar (Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo). El ala "aperturista" de Cambiemos piensa, sin embargo, que Elisa Carrió sería la mejor opción contra la ex presidenta y el líder del Frente Renovador. A Vidal le encantaría el ministro Esteban Bullrich. Jorge Macri trabaja todos los días como un tractor. Y si su apellido terminara por transformarse en una "desventaja" por el conflicto de intereses que desnudó el asunto del Correo, el intendente de Vicente López podría reclamar más poder político, a cambio de dejar la carrera electoral.

Hay, en el fondo, una discusión estructural que el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, puso sobre la mesa la última vez que apareció en público y que nunca se terminó de saldar. Monzó cree que para que Cambiemos crezca Macri debe ser más amplio y no encerrarse en la "lógica Pro". Durán Barba, pero también el Presidente, considera que para consolidar el poder hay que mantener "los valores" y "la identidad" que facilitaron el triunfo de las presidenciales de 2015. Los que se jactan de poseer una mirada "más amplia" argumentan que el Presidente debería mostrar audacia y sostener a Carrió en la provincia y a Martín Lousteau en la ciudad para terminar de darle una paliza al cristinismo y legitimar la autoridad presidencial. Macri pone todos los días una vela para que "juegue" Florencio Randazzo, pero los que caminan "el territorio" temen que el ex ministro pierda las PASO contra Cristina y potencie la fuerza electoral del peronismo. Con todo, el jefe del Estado es un hombre de suerte: a pesar de sus errores políticos, la debilidad y fragmentación de la oposición lo hacen aparecer, a los ojos de la mayoría, como "lo menos peor".