Una semana atrás mi señora, llegó entusiasmada y me dijo: “Quiero hacerte escuchar un tema. Los neurológos en todo el mundo estudian para ver por qué es tan pegadizo”. Y zas, me clavó el clip de “Despacito”, de Luis Fonzi en you tube. Y fue lo más parecido a que si alguien con gripe me hubiera estornudado en la cara. Tardé –aún tardo- en quitármelo de la cabeza.

Probé neutralizándolo con otros temas. Y funcionó un tiempo hasta que, como el Paracetamol, perdió efecto y volvió la fiebre.

Los temas de moda tienen el ciclo de todo virus. Y un pico insoportable de fiebre alta donde resuena la mayor parte del día, especialmente por la noche, cuando uno quiere conciliar el descanso y tiene que llamar a sus patovas del sueño para que se lleven a Fonzi de una buena vez –a la chica del video, les digo, la pueden dejar-.

Así como en los atados de cigarrillos, donde hay imágenes de gente languideciendo por fumar pucho, deberían poner imágenes similares de gente descerebrada por tanto escuchar hitazo de reggaetón. “Yo era un hombre normal, tenía mi trabajo y mi familia hasta que escuché un tema de Daddy Yankee. Primero empezó con un temblor en la zona de la pelvis. Y ahora no puedo dejar de menearme. Ya me echaron del trabajo. Y mi mujer me dejó en la calle. Ya no puedo ni comer en paz, sin que mi cuerpo se menee y tire toda la comida al suelo”.

Esas historias deberían hacerse conocidas. Hay miles y miles como estas. Así la gente tomaría conciencia de la exposición radiactiva que implica poner la oreja en uno de esos chicles musicales tan pegajosos. Gente que, con sobredosis de “Despacito” en sangre, sólo piensa en menearse. No importa dónde esté. Gente cuyo sueño es un gran meneo colectivo y multitudinario, un meneo masivo y coordinado al son de Luisito Fonzi.

Dios mío. Que se termine pronto. Tal vez, la helada de invierno ayude a quemar ese zumbido colectivo. A veces pienso que es una forma de conquista alienígena para mantenernos idiotas durante meses y así, traer sus naves nodrizas disimuladamente a llevarse todos nuestros recursos de agua potable. Bailemos todo lo que querramos. Total, cuando ellos acaben, nos vamos a tener que beber nuestra propia transpiración. Los alienígenas crearon el reggaetón. Y les viene funcionando bárbaro.