homero

Por Juan Terranova. Lunes. Veo televisión con mi hija. Dan el capítulo de los Simpsons de la Venus de Jalea. Un capítulo indispensable. Los Simpsons son la verdadera ley de medios. Después proyecto para mis días de franco largas y muy concentradas horas de trabajo intelectual. (Mientras lo hago me río de mí mismo.) Leo estos titulares: “Trasplantan riñón a través de la vagina con un robot.” “Una pelota roja gigante sembró pánico en las calles de Ohio.” Siempre son mejores los titulares antes que las notas que los continúan. Releo el diario de María Saenz en Malvinas. Empiezo a tomar apuntes para escribir algo. Pero ¿qué? Con un ensayo breve, sensible, describiendo la belleza con la que escribía alcanza. Con Hegel no avanzo. Con los románticos de Jena sí.

 

Martes. Para escribir es imprescindible perder el tiempo y aprender a perder el tiempo. El tiempo es un insumo básico de la vida del escritor. Por eso avanzan mucho los que aprenden a fabricarlo. Luego, leo el principio de Imaginative Qualities of Actual Things de Gilbert Sorrentino: “¿Y si esa joven, que escribe esos poemas tan malos, rivalizando con su marido, cuyos poemas son igualmente malos, extendiera frente a usted unas piernas notablemente largas y bien formadas, de modo que su falda se deslizara hasta la parte superior de sus medias?”

Martes, más tarde. Y hablando de perder el tiempo y de brutalidad y sexo me gustaría redactar de forma prolija la historia de los talleres literarios de Buenos Aires. El subtítulo del libro podría ser: Una historia secreta.

Miércoles. Compro por Mercado Libre La pugna Antártica de Pablo Fontana. Mis amigos hablan de cine y yo no vi ninguna de las películas nuevas que comentan. No lo siento como una pérdida. Más bien al contrario, lo que siento es cierto alivio.

Miércoles, más tarde. Parece que Camilo José Cela alguna vez escribió que “La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro.” Joder. La pugna Antártica de Fontana es un libro muy bueno.

Jueves. Leo este párrafo en un cuento de la web. Lo pierdo de vista y cuando quiero volver a leerlo, no lo encuentro. Lo que vale en todo caso es que entiendo a qué se refiere el patrón y también entiendo, desde ya, la perplejidad del subordinado.
“Se durmió y cuando despertó ordenó enganchar los caballos al trineo. —¿Cómo al trineo, mi señor? —se asombró Józef, el cochero—. Pero si estamos en verano. —He dicho al trineo, imbécil, porque me de la gana, y mi voluntad es lo primero y el verano después."

Jueves, más tarde. Creo que ya mencioné a Dmitri Kabalevsky y su segunda sonata de piano opus 45 en mi mayor. Pero no me parece mal repetir mi escucha y mi recomendación. En sol del jueves hay algo muy positivo que se lleva bien los énfasis románticos pero al mismo tiempo no tan ingenuos de Kabalevsky. Luego, escucho sin recordar casi nada una sonata para violín y piano de Francis Poulenc. No sé por qué no le presto atención. Quizás porque toca Yehudi Menuhin. La primera línea de El mentiroso de Tobias Wolff es muy buena: “Mi madre leía de todo excepto libros.”

Viernes. De El diario de Adán y Eva de Mark Twain. “Lunes. Esta nueva criatura de pelo largo empieza a ser un poco pesada.”

Sábado. Aprender a leer es difícil. Por eso en general los escritores se dedican a escribir. Mi voluntad es lo primero y el verano después.