Libros

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Por Juan Terranova. Lunes. Para leer mejor, al que hay que suprimir de la historia del siglo XX no es a Hitler, es a Duchamp.

L FREUD

Por Juan Terranova. Lunes. El 19 de junio de 1914 se cumplieron cien años de la muerte del Doctor José María Ramos Mejía. Mañana voy a un congreso de psiquiatría al Sheraton y lo voy a reivindicar. Ahora leo un fragmento de La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina: “Estudiando con atención la Historia Argentina, nuestro espíritu se ha familiarizado más con ésta idea que tiene algo de paradoja y mucho de verdad, porque allí hemos encontrado también organizaciones privilegiadas sufriendo esas perturbaciones inconcebibles del espíritu. Semejantes dislocamientos, profundos, incurables, aparecen en algunos con todo su horrible aspecto y vienen como amarrados a la cuna, absorbidos en la leche materna; parece que al nacer trageran un pedazo del alma del padre o de la madre, como fundido en su cabeza con todas sus sombras y su colorido enfermizo; es que no han podido eludir el peso abrumador de este misterio inexcrutable que llamamos herencia patológica. Otros sólo presentan matices más o menos fuertes y oscuros, y sólo expiando los momentos en que se producen sus exaltaciones supremas, buscando atentamente en todos los actos de su vida pública y privada, interrogando al organismo físico en sus interminables manifestaciones, pueden descubrirse estas modalidades patológicas tan dignas de estudio.”

bob chow

Por Juan Terranova. Sábado. Comentamos la vez que yo, parando en la casa de Fernando, viajé de La Paz a Tiahuanaco a ver las ruinas. Pasó hace años pero recién ahora le confieso que fui buscando restos de los nazis que estuvieron ahí por orden de Himmler revolviendo la tierra para ver si encontraban runas vikingas. Es el colmo del porteño. Irse a ver ruinas americanas intentando conectar con el fracaso de la más violenta modernidad europea.

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Por Juan Terranova. Lunes. Ayer llegó Fernando Barrientos a Buenos Aires. Me trajo libros. Uno, especialmente bueno, titulado Chaco de Luis Toro Ramallo. “Es como el Apocalipsis now de la guerra del Chaco” me dice Barrientos. El libro está prologado por Wilmer Urrelo así que volvemos a hablar de la fascinación de Urrelo por Arturo Posnansky, un frenólogo que vivió en Bolivia y se obsesionó con una asesina de nombre Polonia. Creo que yo también podría obsesionarme con Posnansky. Barrientos me contó que Urrelo se tatuó la cara de la asesina en un brazo.

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Por Juan Terranova. Lunes. Hablo de José Ingenieros con Mariano Canal que dice: “Me gusta mucho leer como los tipos te escribían La simulación en la lucha por la vida, al mismo tiempo tenían que buscar conchabo como che pibes de Roca. Ese lugar del intelectual argentino totalmente desfasado entre la guita y el prestigio.” Después vuelvo a leer el fragmento que más me gusta de La simulación, donde Ingenieros habla de teatro francés y del bolo fecal. Es el principio: “Tal era la estática de nuestra mente. De sobre el velador tomamos una noche, el Malade imaginaire, de Molière, para continuar su comenzada lectura, con el higiénico propósito, entre otros, de no adormecernos bajo la influencia poco grata de una monografía sobre Nuevos tratamientos de los bolos fecales, cuya lectura acabáramos en el British Medical Journal. Teníamos para ello nuestras razones: estudiando la psicopatología de los sueños habíamos visto que la naturaleza de las impresiones recibidas en el período prehípnico influye de manera intensa sobre el carácter agradable o desagradable de los sueños.” Compite por ser una de las escenas de lectura más raras de la literatura argentina.

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Por Juan Terranova. Sábado. Las cosas que nos dan asco nos hacen más inteligentes.

terranova en oktoberfest

Por Juan Terranova. Sábado. Llegamos a Villa General Belgrano y nos recibe una lluvia diluvial. Almorzamos un cabrito a la parrilla muy bien hecho. Para de caer agua y enseguida aparece el clima seco y soleado de la primavera cordobesa.

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Por Juan Terranova. Jueves. El avión es puntual y el cielo está despejado. Llego bien a Tucumán. Mis anfitriones me llevan a mi hospedaje camino a Yerba Buena. En el viaje desde el aeropuerto, hablamos con María Lobo de los billetes de dos pesos que circulan en Tucumán. ¿Por qué están todos rotos? A ambos nos pareció un buen detalle para un cuento. Mitre vencido y roto en Tucumán. Cuando llegamos nos espera Amanda, la dueña de casa. Es viuda, madre de siete hijos, abuela de muchos nietos. María me dice que es ciega, que se quedó ciega. Pero cuando nos recibe, pide su bastón, avanza hacia mí con precisión y parece verme cuando me saluda. Nos sentamos en una galería y me pregunta cómo fue mi viaje. Estoy un poco cansado. Respondo las vaguedades usuales. Siento que María me trajo, con un efecto muy Isla de la fantasía, al interior de uno de sus cuentos. Hablamos de escribir, de lo difícil que es escribir. María cuenta que tiene un amigo que escribe historias de fertilización asistida y adopciones que le gustan mucho pero lo hace con una prosa desmañada. La mujer dice “cuando hay coraje, no falta a quién matar.” Es una frase terrible. La escribo mentalmente. Ubico la coma. ¿Es una refrán federal, una frase de provincias? La mujer repite que tuvo siete hijos. Los últimos, mellizos. Pero dice que “no parecen ni parientes.” La casa es grande. Pisos de madera lustrados, escaleras barandas. Olor colección Lo sé todo. Me muestran mi cuarto en el piso de arriba. Me quedo solo. Sobre una mesa hay viejas revistas de decoración francesas y números recientes del Reader's Digest. Duermo la siesta. Sueño con gatos que se autoestrangulan. Los cuellos se estiran. Los ojos se inflan. En el sueño, estoy acostado en la cama y les saco una foto con mi teléfono. Cuando me despierto con la boca seca y acalorado asocio el sueño con los bordes de la burguesía. En uno de los Readers Digest leo sobre Rumania y los ciberfraudes.

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Por Juan Terranova. Domingo. Festejo la llegada de la primavera escuchando Life on mars? mientras redactando un CV galáctico en honor a Bowie. Solo Bowie puede hacer una canción de amor donde el estribillo describe una pelea de borrachos. Desde luego, la imagen poética de un abogado pegándole al tipo equivocado en una trifulca de bar es insuperable para hablar del amor. Y no es una canción irónica. De hecho, en la ligera desesperación del estribillo se siente que lo mejor de la ironía es cuando desaparece y te quedás mirando los reflejos de la bola de espejos, parado en la pista y la música sonando.

foto terranova parque rivadavia

Por Juan Terranova. Domingo a la tarde. ¿Por qué no escribo los domingos en este diario? Supongo que quiero dar la impresión de que descanso los fines de semana. Desde luego, al que quiero impresionar con ese orden es a mí mismo. De cierta manera lo logro. El orden interior sucede. Pero la verdad fáctica es que escribo todo el tiempo. En la semana el Doctor Zurita me recomendó un libro, el viernes lo compré por Internet y hoy lo fui a buscar al Parque Rivadavia. El vendedor no estaba en la feria de libros sino en la feria de filatelistas que los domingos se arma alrededor del ombú hace ya treinta años. Este ligero desfazaje me predispuso bien. ¿Por qué? El libro que compré es Mezcalina y LSD25 del psiquiatra Alberto Tallaferro. Como el clima era primaveral me senté cerca del monumento a Bolivar para hojearlo. Había gente con niños, perros, globos, viandantes de todo tipo. Entonces, pasó un japonesa, me saludó con un claro acento oriental y me dio un folleto evangelista que en su portadilla decía: “¿Dónde hallar respuesta a las grandes cuestiones de la vida?” Por su parte, Tallaferro anotando todos los detalles, día por día, hora por ahora, sobre la administración de drogas alucinógenas a los locos es mejor que Burroughs.