agujero negro

Por Cicco. Últimamente ando reflexionando sobre este tema que nos compete a todos, a la hora de salir en colectivo, a la hora de relacionarse con la pareja, encontrar un clima amigable en la oficina. Ando reflexionando sobre un asunto vital y cercano, doméstico y local, un tema urgente y candente, competente y no se me ocurren más cosas con ente. Oh, sí, un tema al dente. Y es este: los agujeros negros.

 

Resulta que el gran físico Stephen Hawking, a quien todo el mundo conoce más que por sus teorías, y su best seller “La historia del tiempo”, como “el tipo que anda en silla de ruedas y habla por una maquinita” este hombre, que sin dudas, gobernaría el mundo si quisiera, acaba de hacer una declaración inquietante en torno a los agujeros negros. Esa concentración de materia oscura que queda tras el colapso de una estrella: un buraco espacial. Dijo esto, Stephen: “Si caes en un agujero negro, no te rindas. Hay una salida”. Según confesó, en una conferencia en Estocolmo, Suecia, existe una posibilidad de salida, por si el tema no te deja dormir: si el agujero es grande y en estado de rotación, existe la chance de emerger a un universo paralelo. Un lugar inhóspito y llamativo donde una imagen reflejo de Scioli responde a cada pregunta sin vueltas, y un extraño ser llamado Tinelli conduce un programa del arte del bricolaje. Un universo así, paralelo y patas para arriba. O, a decir verdad, nosotros estamos patas para arriba, así que ellos estarían patas para abajo.

Este asunto aviva investigaciones y experimentos en todo el mundo. Ya un año atrás, un laboratorio en Israel logró, dicen, reproducir a pequeña escala un agujero negro utilizando ondas de sonido en lugar de luz y llegaron a la conclusión de que: es negro. Y que aún no existe una máquina para coserlo.

Ese mismo año es decir el 2014, Hawking había declarado que no existían los agujeros negros, algo que provocó un estrépito en el mundo científico, conmocionó el planeta, a los medios, e hizo que un delantero de Defensa y Justicia, del impacto, errara un penal.

Antes se creía que los agujeros negros todo lo tragaban. Pero luego, el mismo científico concluyó que estos dejaban escapar algunas tímidas radiaciones: un eructo interestelar. Lo cierto es que, a pesar de los cambios de conclusiones y el debate científico, los colegas están de acuerdo en que un agujero negro es un viaje de ida. Lo llaman cortafuego gigante, una frontera capaz de rasgar cada átomo del cuerpo. Lo cual haría que su entrada al universo paralelo sea, un poquitín, fragmentada. Hasta el propio Stephen reconoció que, más allá de lo mucho que disfruta estudiándolo, ni loco se metería en un agujero negro. Al menos, hasta que alguien vuelva de ahí para contarlo.