home y bog eyes

Por Javier Porta Fouz. En las últimas semanas vi dos películas de las que todavía no escribí ni una línea. Voy a intentar combinar una crítica de ambas acá, o mejor dicho dos críticas en una. Una es Home, la película de animación de Dreamworks dirigida por Tim Johnson. La otra es Big Eyes, dirigida por otro Tim, Burton. A Burton ya lo conocen. A Johnson no sé, pero es el director de varias películas de Dreamworks, un hombre de la compañía. Su ópera prima, que co dirigió junto a Eric Darnell, fue Antz, que acá también se conoció como Hormiguitaz, por más que Imdb no lo recuerde.

 

Antz fue la película con la que Dreamworks irrumpió para competirle a Pixar. Antz se lanzó pocas semanas antes de Bichos de Pixar, con un escándalo entre personas y compañías que involucró grandes nombres y fuertes acusaciones. Pixar había revolucionado la estética y la narrativa animada, y también había revolucionado el negocio; los competidores emergían, incluso "llevando" ideas de un lado a otro. En un momento en que no había tanto cine de animación como ahora, dos películas animadas con insectos, con hormigas de protagonistas, era bastante llamativo.

Home se estrenó aquí y en otros países latinoamericanos con un título un tanto más largo: Home: no hay lugar como el hogar. Ajá. Traducido sería: “Hogar: no hay lugar como el hogar”. Ajá. Más allá de este asunto, ese agregado que nos explica de antemano la probable tesis de la película también nos recuerda esa línea de la pegadiza -infecciosa- canción de Bolt en castellano: ...no hay hogar como tu hogar.... Pero más allá de esta conexión que los que no hayan visto esa película de Disney pasarán por alto, Home está armada con varios retazos de otras películas, con situaciones conocidas, situaciones molde, en modo encastre. Entre otras E.T., Cómo entrenar a tu dragón, Lilo & Stitch y Mi villano favorito -porque los bichos de la película son bastante Minions- y un final que recuerda a Guardianes de la Galaxia. Una película, como tantas otras, con texturas de tantas otras, con citas y referencias, para ahorrar explicaciones (y porque ya sabemos el cine, o algún cine). Home ahorra energías de originalidad argumental y las pone en la velocidad narrativa, en la elaboración de los chistes -el gato es, también, poco original y certero en sus funciones cómicas-, en una propuesta visual que es como un museo animado pop.

El pop también está presente, como concepto, en Big Eyes. El arte pop, el arte de la reproducción -las láminas, las postales de los “ojos grandes-, la referencia -ya estaba claro, Burton- con la lata de sopa Campbell. La apropiación del arte es otro tema de Big Eyes, la suplantación de identidad, la pose y la postura del artista. Quizás por estas presencias, quizás por un retiro, un descanso de sus marcas, Big Eyes es una de las películas menos ostentosamente “burtonianas” de Burton. Es cierto que el freakismo esperable, lo dark cool como caramelo de autor y el trip johnnydeppeano habían llegado, tal vez, a un camino con pocas salidas. Big Eyes es una película sin Depp, sin deformidades, casi sin oscuridades visuales. La fantasía es la de la protagonista, las máscaras son de la pareja, las traiciones son de Christoph Waltz y de sus excesos. Su actuación en modo monigote quizás sea un defecto, quizás sea la manera de exponer de forma caricaturesca la perfidia de su personaje. Amy Adams, bueno, es Amy Adams, que ya ha probado una y otra vez que puede, que sostiene películas y realza grandes películas. Motor fílmico dulce, determinación y duda creíbles y de nariz respingada, sabe hacer brillar y apagar sus ojos sin forzar la máquina, sostener estados emocionales cambiantes. Adams es una deidad terrenal de 40 años que imanta y seduce a la cámara, y que supo crecer desde demasiados roles secundarios, que trabajó mucho en Hollywood para lograr el reconocimiento grande. El austriaco Waltz, luego de trajinar cine y televisión alemanes, apenas pisó Hollywood se convirtió en una estrella con Oscar. Esas distintas relaciones con el éxito en Hollywood, aplazado e inmediato, tal vez estén presente en las composiciones de estos actores para sus personajes de Big Eyes; Adams era ideal para Margaret Keane y su reconocimiento tardío. Adams y su capacidad de sonreír con amplitud, su sonrisa contagiosa, su habilidad para cantar y bailar (no explotada en esta película, la canción demasiado Oscar-seeker la escribió y la cantó Lana del Rey). A pesar de girar en parte sobre la reproducción en el arte y sobre los disfraces, Big Eyes es mucho menos texturada y remixada que Home, menos deudora de otras películas. También es menos energética, aunque casi siempre plácida y no anémica. Quizás, tengo mis dudas, Home y Big Eyes sean un poco mejores de lo que me parecieron apenas terminé de verlas. Pero estoy seguro de que son menos perdurables que el gran estreno de esta semana. Sobre ese escribí acá.