futbol en el cine

Por Javier Porta Fouz. En el mundial pasado hubo algunas transmisiones de partidos de Argentina en las salas de cine. Claro, con señal HD y cines digitalizados, parecía ser una posibilidad que podría ir creciendo con el correr de los años, de los mundiales, de la tecnología. Sin embargo, no sólo no creció la oferta sino que parece haberse apagado, casi extinguido, aunque uno pueda encontrar que ayer, en México, ofrecían ver el partido de Argentina-Holanda en un cine. Pero más allá de excepciones, el fútbol en el cine no parece tener un futuro brillante. Pasar partidos, para las salas de cine, definitivamente no es la manera de conseguir vender algunas entradas y compensar un poco un mes en el que baja la asistencia. ¿Por qué?

 

No encontré informes sobre el asunto, pero se me ocurren algunos motivos por los cuales ver fútbol en el cine no está destinado al éxito. Aquí va una lista de posibles razones, tentativas, hipótesis. Los invito a sumar otras.

1. La más obvia: la cada vez mayor presencia de pantallas y señales HD en los hogares. Pantallas de mayor tamaño y mayor calidad. Con mejor sonido y todos los etcéteras tecnológicos que quieran sumar. No serán pantallas de cine pero hace décadas -con cines más grandes y televisores más chicos y se imagen más borrosa- la diferencia era mucho mayor.

2. La imposibilidad de decidir a último momento ir al cine a ver un partido. El partido se ve en directo, es decir, si no hay entradas para una función de una película se ve otra película o se ve la película más tarde. Con los partidos no pasa. Hay -habría- que ir con la entrada asegurada.

3. En los cines (o en la inmensa mayoría de ellos) no hay mesa para desplegar las bebidas y las comidas con las que mucha gente acompaña los partidos.

4. La ida al baño en el entretiempo genera un problema logístico. Para poder potenciar el negocio se necesita dar el partido en muchas salas de un complejo multipantalla al mismo tiempo. Las películas de las distintas salas terminan y empiezan de forma escalonada. El entretiempo del partido podría provocar interminables filas en los baños de los complejos, no preparados para que los eventos terminen o se pausen todos a la misma hora. ¿Ir al baño cuando un jugador está tirado lesionado? Los baños de los cines suelen estar mucho más lejos que los baños de las casas o de los bares. ¿No ir al baño? Puede ser, un partido sin alargue no es más largo que una película promedio, pero es raro que alguien no aproveche el entretiempo para hacer algo: el entretiempo es una invitación a salir de la butaca.

5. Las cábalas -que las hay, las hay- se ven complicadas por la sala de cine. Sentarse siempre en la misma silla, en el mismo ángulo del sillón, y un largo -aparentemente eterno- etcétera. El ridículo es más llevadero en el espacio privado.

6. Ver un partido en una sala de cine implica en general verlo en su totalidad. Y los partidos en las casas suelen incluir gente que mira sólo fragmentos, goles, jugadas destacadas, penales. Y que deambula porque no le interesa demasiado el asunto o porque los chicos más chicos van y vienen, y otro largo etcétera.

7. La extendida práctica de no mirar en corners, tiros libre, y hasta los penales -o de mirar casi desde la puerta de los ambientes- es mucho más difícil en el cine. Es llamativo que haya gente que rechace ver momentos culminantes de los partidos pero lo he comprobado. Y de hecho hay gente gente que confiesa que por los nervios no ve definiciones por penales. El fútbol, para muchos, se reduce a los resultados y no les importa -o no soportan- el relato, el proceso. Y esto nos lleva al punto 8.

8. Las películas están construidas -en su inmensa mayoría- para que el final importe mucho. Un partido puede ser tenso hasta el final pero también puede “terminarse” en media hora. Es decir, puede bajar mucho la tensión y estar definido pronto, como pasó con la semifinal Brasil-Alemania. Y allí, quizás, alguna gente prefiera ir a regar las plantas si está en su casa. O que le proyecten algo que todavía mantenga el suspenso si está en la sala de cine.