teoman y tinelli

Por Cicco. En tiempos donde te dicen que la vida es una fiesta, el rey del entretenimiento es, por estas tierras, monarca absoluto. Y nos tiene a todos agarrados de, agarrados de, bueno ya se lo imagina. Marcelo Tinelli se transformó con los años, de conductor de bloopers deportivos a directivo de club de fútbol y a hostigador del poder político. Muchos recuerdan cómo el paso de De la Rúa por su programa, inició el comienzo de su descrédito y el declive de su mandato. Hoy en día, hasta los medios ya le preguntan si, tan poderoso Marcelo, no se le ocurre postularse a gobernador. “Por ahora”, dijo el rey. “Por ahora no”. El rey tiene mejores planes.

 


Cada deseo de Marcelo es ley. Lo trajo en el 2011 al temible Mike Tyson, lo hizo bailar un tema de Chayanne y quedar como un payaso. Le regaló una camiseta de San Lorenzo a Ricky Martin y lo hizo jugar al básquet. La convenció a Juanita Viale de sumarse al elencto del 2015, una estrella que, como todo el mundo sabe, es, como mínimo, inconvencible. Por poco, en estos días se transforma en postulante firme a presidente de la AFA -los clubes se unieron para pararlo-. Los candidatos, por otra parte, sudan la gota gorda frente a la pantalla esperando que Marcelo los llame y puedan persuadir al electorado de que, ellos también, son humanos.

Marcelo todo lo que toca es oro. O plomo. Depende lo que el rey decrete. Él catapulta y sepulta celebrities como quien recoge y planta rabanitos. Lanza y multiplica ventas de alfajores, shampoos, lo que quiera que el rey consuma en cámara. La gente lo seguirá. Somos, al fin de cuentas, sus súbditos. Todos quieren que les suceda su transformación de pálido gordito comentador de partidos de segunda línea, a rey indiscutido del showbizz.

Es, en ese orden de cosas, que desde esta columna celebramos que un hombre, en medio de la horda de seguidores cegados por el fulgor del rey, en medio de miles de peregrinos que se arrastran semana a semana a ver en vivo el templo del entretenimiento en los mismísimos estudios del 13, en medio de todo eso, alguien le dijo al rey que no. No gracias. No, señor. Preferiría no hacerlo.

Y, claro, el rechazo fue noticia en todos los medios.

Teoman Kumbaracibasi interpreta al chofer de Onur, en la serie turca Las mil y una noches. Teoman es argentino -oriundo de Santa Fe- pero desde los 6 años, se radicó en Estambul, donde es actor, tiene banda donde interpreta poemas hasta de Neruda y además, fabrica y vende dulce de leche, donde él mismo en su local, para hacer más convincente el asunto, se emponcha.

Bien, Teoman le dijo que no al rey, que buscaba sumarlo al plantel de Bailando 2015 y así contagiar a su programa parte del éxito mundial de la telenovela turca. La explicación que dio en el diario Clarín, de por qué el chofer de Onur desistía, es un llamado de atención para tanta celebritie incondicional del rey del entretenimiento. “Yo no soy un tipo de televisión. No me interesa lo que está después del show, el escándalo”, explicó

Teoman, un capo. “No veo tele. Sólo me gusta influir en la gente que mira. Me gusta dejar pensando, hacer preguntas a la cabeza de la gente. Ese es mi pequeño trabajo. Suficiente trabajo, ¿no?”

Decirle no al rey, es una proeza sólo para valientes. Se requiere firmeza, determinación y, claro, ganas de mojarle la oreja al rey. Teoman tiene suerte: vive lejos y está fuera de las fronteras del reino. Se lo puede permitir. El castigo del rey no llega tan lejos. Larga vida a Teoman, el hombre que encabezó la resistencia para crear un mundo nuevo: menos entretenido, es cierto, pero también menos idiota.