temas tv y diarios

Por Adriana Amado - @Lady__AA La semana pasada crecieron las noticias de linchamientos junto con las exigencias morales hacia el periodismo. El principal reclamo que se le hace a los informativos es que no estarían reporteando una realidad que deliberadamente distorsionan. Algunos, especialmente del funcionarato, dicen que no pasa tanto como muestran las noticias, que estarían exagerando ciertos temas negativos. Reclaman que no cuentan todo lo que deberían, que andarían omitiendo muchas novedades dignas de ser contadas. Que hay menos robos y linchamientos que los que se reportan. Que hay más paz social que la que se vería en el noticiero.

 

Este es un argumento esencialista, que supone que existe una cosa que llaman “la realidad” que las noticias no “reflejarían” con precisión. Las críticas ponen la responsabilidad de esta distorsión en los periodistas, que con supuestas actitudes aviesas servirían a las maniobras manipulatorias de sus patrones, los medios. La calidad de la información, según insisten estos críticos, es una obligación de los periodistas para con el pueblo que no tendría capacidad para darse cuenta de los engaños que ellos, estos críticos de los últimos tiempos, develan.

Lo que nunca muestran estos comentaristas son las pruebas empíricas de esa distorsión que denuncian recurrentemente. Cuando dicen que hay mayoría de noticias negativas ni siquiera calculan la proporción que el género informativo tiene en la programación. Según el último informe de contenidos de TV abierta publicado por el Afsca, en 2011 las noticias eran el 22% de la programación. Casi la mitad de las variedades, el género principal, y un tercio de lo que se exhibe si se le agregan los programas periodísticos. Para los que solo tienen el televisor sintonizado en alguna de las señales de noticias que supimos conseguir puede parecer que solo hay noticias en la televisión. Pero si se compara con el total de señales, aun siete canales noticiosas son minoría. Ni qué decir si se analizaran los índices de audiencias de cada uno de los géneros en lugar de la grilla.

Pero aún determinando con precisión los porcentajes de noticias negativas, para afirmar la distorsión habría que compararlos con “la realidad” en materia de delitos, algo complicado no solo para el periodismo sino para los técnicos y juristas. El abogado @GustArballo difundió un estudio de la Procuración General de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires sobre las IPP (investigación penal preparatoria) en el distrito en el primer semestre de 2013. Analizan 1316 homicidios y 1614 robos con armas, lo que suma algo más de 16 delitos procesados por día en la provincia. No hace falta agregar los no denunciados para entender que es bastante para una jornada bonaerense. Los porcentajes que presenta el informe no parecen demasiado alejados de esas noticias sobre peleas en la calle: la mayoría de homicidios son producto de disputas, seguidos por homicidios por robo y violencia familiar y tres de cinco se registran en la vía pública. Los robos armados buscan dinero, celulares, automotores y motos y se realizan principalmente desde motos. De los imputados 90% son hombres y más de la mitad tienen menos de 29 años. La idea delincuentes jóvenes encarnados en “motochorros” no parece salida de una fantasía periodística

El problema es que no podemos avanzar mucho más en la discusión porque no hay investigaciones en Argentina que profundicen la correspondencia entre temarios mediáticos y hechos sociales como tampoco las hay entre temarios y opinión pública de manera sistemática, esto es, a lo largo del tiempo y con todos los medios. Hay algunos esfuerzos muy recientes pero que no pueden más que ofrecer algunas conclusiones provisorias científicamente hablando. Lo que sí hay es demasiada opinión sin datos.

La otra brecha

Un error insistente de la opinión sobre medios es equiparar lo que se emite con lo que se ve. Hacer un seguimiento del temario de los medios no es suficiente para confirmar que eso es lo que el público está eligiendo. Un gran aporte es el trabajo The News Gap de los profesores Pablo Boczkowski y Eugenia Mitchelstein, que incluye dos diarios argentinos en una muestra de medios internacionales. Se trata de un estudio que compara lo que los medios jerarquizan y lo que los lectores eligen en base a una metodología que permite ponderar la brecha que existe entre las noticias que los medios consideran relevantes y las que prefieren sus lectores. Los investigadores a su vez distinguieron entre las noticias más leídas, las más comentadas y las más compartidas mostrando que el lector discrimina muy bien aquello que simplemente lee y lo que comenta públicamente en el medio y lo que comparte en sus espacios sociales con sus conocidos. Este estudio aporta datos concretos que avalan que la lectura no está pautada por el medio porque hay diferencias entre lo que el diario propone y las preferencias de los lectores. La constatación de que no coincide lo que jerarquiza el diario con lo efectivamente leído señala la inutilidad de esos análisis obsesionados por acusar las noticias que aparecen en las tapas de los diarios. El estudio demuestra también que la elección de las noticias depende muchísimo del contexto, lo que muestra que los lectores no se comportan igual cuando hay tranquilidad que en situaciones críticas. En la comparación, los diarios argentinos tienen una menor brecha que otros medios de prestigio. Lo que plantea la paradoja de que los diarios criticados por el poder son los que muestran una mayor cercanía de su agenda con las preferencias de los lectores.

Estos descubrimientos muestran también que lo que cada lector hace con los medios no siempre coincide con lo que ve el analista para esos mismos medios. La pregunta es por qué habría que suponer que los lectores y analistas viven en las mismas realidades. Que los medios deberían representar una y la misma verdad se da de narices con esa idea de que vendríamos abogando por la pluralidad de visiones y de medios. Aunque puede ser que lo que moleste no sea esa pluralidad de visiones, sino que haya algunas que se eligen más que otras. Claro que es incómodo sostener que los ciudadanos no saben elegir los medios cuando son los mismos que se suponen soberanos para elegir esos gobernantes que los acusan de incapaces de decidir su noticiero preferido.

El informe de la Procuraduría señala que la violencia en las calles bonaerenses es anterior a este entusiasmo momentáneo de los medios por hacerla noticia. Tuvo un periodista que tuitearla en directo desde un barrio palermitano para que se convirtiera en el tema de la semana. Pero en el conurbano hace mucho que se ve gente apaleando a los punguistas del tren o agarrando a trompadas a otro en la calle. Me escribía @Rodrigo_Cerone, un estudiante del oeste, que “en San Alberto eso es común con el nombre de "picoteada" desde hace mucho”. Me aclaraba también que allá en Isidro Casanova leen los diarios y ven los noticieros aunque sus violencias no sean las noticias de esos medios que leen. Aunque me decía Rodrigo que desde la semana pasada “lo más gracioso es que ahora acá se habla de linchamiento y no de picoteada”. Y algunos piensan que en eso alcanza para demostrar el poder de los medios.