helicoptero ruso

Por Juan Terranova. Lunes. Leyendo Sal en las heridas de Vicente Palermo. Me molestan las salidas coloquiales en un libro que debería ser un poco más serio. En un momento pensé que Palermo predicaba para conversos pero después me di cuenta de que es una especie de monólogo en el que él habla consigo mismo y se da la razón. Tampoco tiene una capacidad argumental sólida, más bien al contrario. El libro es muy largo, unas cuatrocientas páginas. Eso no es bueno o malo por sí mismo pero divagar no te convierte en Montaigne.

 

Martes. En Internet encuentro una foto de un helicóptero gris del cual cuelga un avión de guerra blanco. El avión parece pequeño en comparación. El helicóptero tiene pintada una estrella roja. La leyenda dice: “Nothing's more powerful than a child's wishes except a Mi-26T helicopter.”

Martes, más tarde. En un portal este título: “Es árbitro, se recuperó de una leucemia y vende pizzas para sobrevivir.” La lectura de esa frase me produce un ligero malestar depresivo.

De madrugada. Me llega por mail la invitación a firmar un petitorio para que no cierren el Museo Lombroso. Lo único que faltaba. La nota dice “Non chiudete il Museo Lombroso.” ¿Por qué alguien querría cerrar ese museo? Porque la gente es idiota y destruye las cosas bellas. (Voy a hablar con mi analista sobre ese desgarrado amor por los museos sin arte, llenos de violencia y pedazos de historia que nadie quiere.) Mientras leía recordé que hace varios años ya mi padre me llevó a ver Aída al Colón. Cuando terminó, me dijo: “La ópera y el suicidio separados por una delgada membrana.” Creo que habría cambiado toda la música del mundo por tomarse una copa de vino en el techo del teatro Colón. Una vez en Firenze me señaló il Ponte Vecchio, intocable patrimonio de la humanidad. “Hay que demolerlo” me dijo. Otra vez, estudiando una pared de ladrillos a la vista, muy prolija dijo: “Esto es el ritmo.” Era arquitecto. Murió en el 2006. Había nacido en Cosenza, Italia. Internet lo aburría.

Miércoles. Soñé que viajaba en un avión a Bucarest y de repente empezaba a descender con una inclinación acentuada, casi vertical, y el piloto avisaba que íbamos a aterrizar en el mar.

Jueves. Schlegel: “(...) la masa de lo falso y lo inauténtico que en el mundo de los libros e incluso en el modo de pensar de los hombres ocupa el lugar de lo verdadero y lo auténtico es inmensamente grande. Para poder dar, por lo menos, un poco de espacio a los gérmenes de lo mejor, primero hay que eliminar los errores y las elucubraciones de todo tipo. Esto puede ser denominado polémica (...)”

Viernes. “Un científico inventó el arma absoluta. Sin temor a represalias ya era posible barrer todo Oriente y dejar de él nada más que una delgada capa de vidrio” escribió Marcelo Fox en Invitación a la masacre, un libro muy olvidado escrito hace mucho tiempo. Escucho las obras completas para piano de Falla tocadas por Ricardo Requejo. Nada es más poderoso que un helicóptero ruso.